Monday, June 28, 2010

¡Me lleva puta!

¡Me lleva la grandísima puta!
Con todo el tiempo que tuve para adelantarme, no hice nada.
Vi tele y me acosté a "descansar" porque estaba "cansado", y no hice nada.

¿Cuánto tiempo paso yo viendo por la ventana los carros haciendo el alto a la par del bus?
¿Cuánto tiempo viendo una película que quiero terminar solo porque ya va por la mitad, aunque me la sepa de memoria?
¿Cuanto tiempo estuve haciendo estúpido con cosas que no le importan a nadie y que no tienen uso?

Todos los minutos que sumados se hace horas se me fueron mientras me quejaba de la pereza de hacer algo.
Son minutos que se suman, que se pierden en el arranque, porque una vez arrancado uno sí se mueve y en minutos contados logra hacer las cosas.
Cuando faltan solo unas horas, unos cuantos días para que sea la fecha importante, y cuando deja uno de quejarse, ahí sí aprovecha. Hasta ahí, no antes. ¿Porqué?

Leer un libro no tarda una semana, tarda unas horas. Igual que ver Shrek por tercera vez.
Hacer un reporte, responder un correo, reunirse con un grupo de personas y preparar una presentación tarda menos que ver dos partidos de fútbol. ¡Me lleva puta con todo ese tiempo perdido!

Todo lo que pude haber hecho y todo lo que perdí por no moverme.
Es como saber cuál número sale el domingo, pero tener pereza de ir a comprarlo.

Acepto que hay momentos para parar, hay que descansar un momento el cuerpo y la cabeza; pero honestamente, me lleva puta porque se me fue la mano.

correr sutilmente

Más que un momento, es una sensación que viene de repente.
Aunque pueda que no le haya pasado, se la cuento para que se la pueda imaginar.

Imagine un montón de chiquillos jugando en la calle, y son con los que siempre uno juega.
Pero hay tambien una chiquita nueva en el barrio que es muy bonita, o para el caso de las niñas, un chiquillo nuevo que está "lindo". Es el premio.
Inevitablemente empieza una competencia entre sus amigos o amigas para obtener la atención del nuevo o nueva.
En algún momento este individuo nuevamente ingresado a la compleja sociedad de los chiquillos del barrio inclina en sus comentarios un gusto hacia algo en particular.
Es en ese momento que a uno le viene a la cabeza una idea. Una idea genial.

"¡Ya sé donde conseguirlo, ya sé como darle eso que quiere, ya sé como ganármelo o ganármela!"

Pero entonces, en silencio, uno mira a los demás que tienen una mirada perdida también, y se dá cuenta que el ingenio propio es tanto propio como colectivo.
Al darse cuenta uno que los demás están pensado en lo mismo, o están apunto de hacerlo, uno siente esa urgencia por salir corriendo a conseguirlo y traerlo de vuelta antes que los demás hagan lo mismo.
Pero tiene que hacerlo rápido, antes que le ganen.

Ahí, atónito y sólido como una columna, uno se esfuerza en la sutileza para no revelar la idea genial... y todos los demás lo hacen también. Todos caminan alejándose suavemente. Todos se empiezan a dar cuenta y todos sienten lo mismo.

Una sensación de apuro inmensa, mezclada con la urgencia de sigilo, pero que despertada por la competencia saca lo primitivo de cada uno.

Puede que no haya una chiquita bonita, que en lugar de camisetas con tierra, sean camisas con corbatas, el premio sigue estando, y la competencia sutil y feroz sigue entre los amigos del barrio y esta sensación de urgencia por ser el primero en moverse se manteniene igual.

Thursday, June 10, 2010

Usted los ha visto.

Usted los ha visto. Es por un momento nada más.

Es cuando uno logra encontrar la manera, la posición, el acomodo que lo deja ver.

Poniendo atención, luego de lo que parece una eternidad, mirando con detenimiento al vacío que hay entre los ojos y el punto a donde todos los demás parecen estar viendo, cuando uno encuentra un apoyo que aminore el peso de la cabeza y donde la silla es menos incómoda, es cuando uno empieza a desplazarse a donde los puede ver.

Es un movimiento súbito, no abrupto, que no lastima ni sorprende y es rápido. Es un movimiento que se da en silencio y de la nada, y que casi no se nota. Ese movimiento transporta con el cuidado de una madre que lo toma a uno entre sus brazos, lo acoge y lo presiona suave y acogedoramente. Uno ahí sentado se deja cargar hacia otro lugar cómodo y muy distinto.

Este otro lugar es muy familiar, tiene muchas imágenes instantáneas con mucho significado, y en un relámpago uno escucha a la gente llamándolo por el nombre. Al principio parecen recuerdos, o pensamientos, pero luego llegan... sueños.

Por un espacio muy corto uno logra verlos. Tienen imágenes con muchos colores, rápidos sonidos conocidas y cortas tramas muy familiares. Deliciosos sueños.

Entonces el brusco grito de la consciencia fría y desconsiderada que lo arranca de ese lugar: “¡No! Ponga atención que lo van a ver”. Y uno reacciona sutilmente, con un medio-susto en la garganta, y levanta agitando la cabeza, abre bien los ojos, enfoca a donde los demás miran y pretende que nada ha pasado y se dice “no me perdí nada, no me dormí, nadie se dio cuenta”.

Pero sí los pudo ver, por un ratico nada más, y aunque un segundo después los empiece a olvidar, uno los vió.

¿Usted los ha visto?

Wednesday, June 2, 2010

Un morocotro

Así lo quiero llamar.
Un morocotro es un animal extraño que los animales conocen pero casi nunca lo saben distinguir. Es muy extraño.

Le gustan los árboles, le gusta mucho la textura de las hojas y de la superficie de los troncos. Cuando pasa y ve uno llamativo se toma un segundo para sentirse como si estuviera subido allí y lo saborea con los ojos como si el verde de las hojas y el café de los troncos estuviera entre su lengua y su paladar y se pasara a su nariz oliéndolo con la vista.

Bajo el árbol hay una vaca que él mira fija y relajadamente, tal como la vaca lo mira a él. Y mirándola piensa lo agradable que sería estar sentado sin nada que hacer sobre cientos de metros cuadrados de comida en silencio y sin prisa.

Tras la vaca y el árbol hay varias montañas. Azules, grandes e irregulares con manchas de oscuro y claro, y de noche negras con puntitos blancos y amarillos brillantes. Las montañas están allá siempre y le sirven de aire para que la imaginación del morocotro vuele lejos.

Y cuando el morocotro deja de imaginar cosas, se sienta y buscan en su saco su dudro. El dudro es un cristal, como una flor, con bordes redondos y suaves, es sólido y brilla, no se raya y tiene muchos colores que cambian. Es muy dificil de encontrar, por eso él lo guarda bien, aunque lo pasa viendo a cada rato. El dudro no es de él porque le habla y puede perderse si quisiera; pero se queda en su saco, y cuando el morocotro lo saca, conversan y él lo mira. Lo hace sentir contento.

Cerca de ellos pero más arriba, en el aire entre el morocotro y las montañas, hay varias palomas que lo ven desde lejos y lo conocen. Las palomas lo saben distinguir porque desde muchos años lo han visto ahi sentado viendo a la vaca, a los árboles, a las montañas, y hasta hace poco al dudro. Porque lo conocen, le hablan. Y porque lo conocen no aterrizan.

El morocotro saluda al árbol cada día, pasa cerca y siente con sus manos la textura del tronco porque le cae bien. Día tras día lo saluda porque le cae bien. Pero lo saludará y la textura no va a estar, el tronco será liso y simple, gastado, ya no olerá a café-áspero ni a verde-fresco.

Se sentará a mirar a la vaca y ella no lo va a mirar de vuelta porque lo ha visto por mucho. Y la vaca ahí sentada rumiando se convertirá en parte del fondo hecho de zacate, el árbol y las montañas, y ya simplemente no le provocara sentir la tranquilidad. No provocará, no hará reaccionar nada en el morocotro.

Las montañas solo servirán de block de notas para enumerar los árboles que han quedado lisos y las vacas que desaparecieron en el trasfondo; ya no servirán de aire para salir volando.

Las palomas le hablan porque quieren hacerlo, y les cae bien al morocotro; y el dudro no se pierde y le habla también porque lo hace sentir contento, y el dudro se pone contento también.

Que maravilla para el morocotro tener palomas que le hablan desde el aire sin que las pueda hacer lisas o desaparecerlas, y tener un dudro que no se raya y siempre brilla con colores que cambian y que no se quiere perder.

El morocotro está agradecido.

Thursday, May 20, 2010

otro par de ojos

Sería genial tener otro par de ojos.
Pero tienen que estar bien pegados a mi cabeza. Lo suficiente para poder ver bien; pero no mucho para que no sean iguales a los que tengo. ¡Y que estén al revéz!

Porque los que tengo ahora ven todo lo bueno y lo malo alrededor mío. Los que tengo ahora ven cuando alguien tiene mal carácter, malos hábitos, mala intensión. Los que tengo ahora miden a las personas y juzgan a los buenos, los malos y los regulares.
Los ojos que tengo ahora me ayudan a cuidarme de personas que me puede hacer mal. Me cuidan de los interesados y orgullosos, de los ineducados y malcriados, de los sucios e ignorantes.
Estos ojos que tengo ahora distinguen a los que me sirven y a los que me convienen. Me avisan de los generosos, cariñosos, y adecuados. Estos ojos ven muy bien hacia afuera.

Necesito otro par de ojos para ver clarito cuando yo sea bueno, malo o regular.
Quiero un par de ojos que me avisen cuando tenga mal carácter y cuando sea orgulloso.
Quiero un par de ojos que me digan cuando debería ser más generoso y cariñoso.
Quiero un par de ojos que vean bien para dentro.

Saturday, April 10, 2010

un día regular

¿Se acuerda de la última vez que dijo "todo está bastante regular hoy"? Esos días en los que el bus llega a la hora que es, que uno entra a clases o al trabajo 2 minutos antes y que se sienta donde le toque y ya.
Son días que uno camina sobre las gradas grises o negras y pasa por los pasillos con luz blanca o amarilla en medio de paredes de algún color.
Son esos días en los que la ropa que decidió ponerse, o que tenía más al alcance, le sirvieron bien para el clima y la ocasión. Son días cuando la blusa de algún color cuya simetría espectral es inversamente relacional al de algún pantalón o enagua (más accesorios), o cuando una camiseta negra o gris con unos jeans, le sirvieron bien hasta el final del día.

Son esas veces cuando su mamá o algún amigo/a le pregunta acerca del día y no hay mejor respuesta que un simple "bien, bien".

No pasó nada en particular. No hubo nada espectacular. Nada que valga la pena resaltar.

¿Se acuerda del preciso momento del día que fue el más regular de todos?
Pudo ser cuando cerró el portón de la casa, cuando puso la taza del café en la pila, cuando cerró la llave del lavamanos por tercera vez en el día, o cuando estando solo y sin esperar respuesta se hizo hacia atrás, se estiró y se dijo a sí mismo en voz alta "aaayyy que sueño!".

¿Se acuerda?

Thursday, March 25, 2010

¡Y me levanté de repente! Antes de siquiera abrir los ojos.
Mi cabeza llena de ideas que se amontonaban y disolvían unas con otras trataba de separar las que estoy pensando y las que me estoy soñando todavía.
Mientras pensaba si era que entraba a las 7 o a las 9, deseando fuertemente que fuera la segunda para volver a la cama un ratico, me decía con fuerza y falsa determinación "vamos! Despiértese ya para no tener que salir corriendo como siempre!". Al mismo tiempo mi ojo derecho se asomaba con desdén y expectativa al reloj que marcaba ya las 6.
De pié junto a la cama aún, en el mismo lugar donde aterricé, sintiendo el frio bajo mis pies subir punzante y grosero, habiendo concluido que sí entraba a las 7 y que iba tarde, aceptando que tengo que correr para alistarme y manejar como un maniaco, y planeando las rutas dependiendo de la hora para, con suerte, llegar tarde de manera aceptable, caigo en mis espaldas sobre la cama. El calor de las cobijas convoca al reflejo de voltearme, y con el mismo reflejo cobijarme otra vez.
Acostado boca a abajo, saboreando el calor de la almohada con mi mejilla derecha, reprocho tener que salir al frio, reprocho tener que abrir los ojos, reprocho el haberme acostado tarde la noche anterior, reprocho... la noche anterior... fue viernes. Ayer fue viernes.
"¡Ayer fue viernes!, dijo mi cabeza con la felicidad de un chiquito que ya hizo la tarea y puede ver tele, la tranquilidad de un pensionado que desde la casa oye en el radio acerca las presas, con la paz del que oye la lluvia venir y no tiene que salir a ningún lado.
Decidido y feliz, giro mi cabeza y dejo que mi mejilla izquierda sienta también el calor de mi almohada, y duermo, durante toda la mañana.

Thursday, March 18, 2010

un momento

Quisiera tratar de poner en un montón de palabras, que después no se pueden borrar, lo que pienso en algún momento del día. Tratar de pensar en un momento específico del día, como cuando me golpeo el pié contra el estante del cuarto, o cuando paso bajo un semáforo con una luz amarilla que casi parece anaranjada. Diferente a lo que pienso, que a veces muere donde me acuerdo y nace donde se me olvidó, quiero que quede escrito para poder leerlo después, cuando no tenga nada que hacer y ya haya revisado el correo y el Facebook. Poder poner a la luz todo lo que pensé, y como llegué allí, y dejarlo extenderse hasta donde quiera.
Ahorita estoy pensando en un momento que pasó hace mucho rato, que supongo que se repitió varias veces pero recuerdo solo una. Estando en años del colegio, habiendo salido de clases, en una tarde gris y después de haber caminado bajo la lluvia (pensando en el paraguas que mi mamá me dijo que me llevara), luego de haber esperado un buen rato al bus junto a otras 200 almas vestidas igual a mi, bajándome por la espalda el agua que me cae en la cabeza, estando de pié con la multitud dentro de una caja húmeda, cálida y empañada con ruedas y un chofer, y luego de bajárme y haber caminado cansado hasta mi casa, entro en ella y en mi cuarto, me visto con ropa seca, me alista mi mamá mi plato de comida acompañado por un café negro caliente y un buen pedazo de pan, y me dejo ir bajo las cobijas en el sillón de la sala, frente al tele, con el control a mi izquierda y el vaso de café, el plato y el pan a mi derecha. Finalmente, inhalo profundo, me acomodo cálido y feliz y exhalo satisfecho.